[Columna] Juntos pero no revueltos
Hace muy poco se supo la suerte de Deportes Melipilla: el Tribunal de Disciplina decidió, de manera unánime, expulsar a los Potros en consecuencia de los dobles contratos o contratos “en negro” que, según la denuncia de clubes como Huachipato, Unión La Calera y con el apoyo de Universidad de Chile, entre otros.
Recordemos que el club de la Región Metropolitana encabezado por Carlos Encinas, el mismo que dirigió administrativa y técnicamente al propio Melipilla y Lautaro de Buin habría incurrido en la firma de contratos que, para explicarlo en simple, no habrían sido inscritos en la ANFP, por ende todo pago que de esos contratos se desprendiera quedaba exento de pago de impuestos y otras regulaciones. Dicho esto, de esta situación se desprenden algunas preguntas:
¿Por qué la ANFP no se dio cuenta antes? ¿Por qué Carlos Encinas tiene injerencia en dos clubes del fútbol profesional? ¿Por qué se sigue permitiendo esto? Y finalmente, ¿Cómo evitarlo a futuro?
La situación acaecida con Deportes Melipilla era y es un secreto a voces, pero todo se torna más oscuro cuando se ve que detrás de la denuncia están involucrados cuyos dirigentes no se caracterizan precisamente por su pulcritud y buen manejo dirigente. Para muestra, varios botones:
- Victoriano Cerda, presidente de Huachipato, club descendido deportivamente a Primera B.
- Michael Clark y Cristian Aubert, las personas a cargo de Universidad de Chile, quien apoya la denuncia y respalda a los acereros.
- Cristian Bragarnik, máximo accionista de Unión La Calera, club involucrado en una supuesta suplantación de identidad, ni más ni menos.
Los nombres propios detrás de la situación vivida por Melipilla – sin exculpar a Encinas- son tanto o más “polémicos” que el propio doble dirigente, sin embargo la ANFP ni siquiera se inmuta, ya sea por motivos “económicos” o bien políticos, pero la duda se mantiene: ¿Cómo evitarlo?
La respuesta es fácil: separar la ANFP de la Federación de Fútbol de Chile, pues, no puede ser que se considere ética la intromisión y el entramado de una red de influencias donde los clubes son jueces y parte, y por mucho que el Tribunal sea un ente autónomo, es la propia ANFP la que tiene antecedentes directos y recientes de que esa autonomía es, precisamente, muchas veces de papel y decorativa.
Separar la federación y la asociación permitirá al fútbol chileno ordenarse, establecer duras y estrictas reglas anti corrupción, establecer, por qué no, un listado de personas que no puedan ejercer cargo alguno en los clubes del fútbol chileno, revisar y modificar estatutos, administrar de manera limpia y ordenada las platas de la actividad, propiciando de una buena vez, por ejemplo, el desarrollo de la selección chilena de manera integral y no a beneficio o por “tincada” de dirigentes, que más saben de negocios y triquiñuelas legales, que de fútbol y formación deportiva.
Juntos pero no revueltos, por favor. De lo contrario nuestro fútbol pasará a jugarse más en los escritorios y tribunales que en la cancha. Y si hoy el panorama es negro, pronto lo será aún más.
Por Ignacio Osorio