“Caí en depresión”: Eduardo Vargas se confiesa tras su complejo momento en Atlético Mineiro
Eduardo Vargas vive uno de sus peores momentos desde que partió al fútbol extranjero. El bicampeón de la Copa América con la selección chilena, ha ido disminuyendo la cantidad de minutos que ha disputado con el Atlético Mineiro y su situación empeoró durante el último mes.
Luego de que el delantero nacional perdiera la titularidad con el Galo, fue protagonista de una gran polémica que no hizo más que empeorar su momento actual. Y es que Vargas, fue expulsado por doble tarjeta amarilla en la eliminación ante Palmeiras en los cuartos de final de la Copa Libertadores.
Turboman sólo alcanzó a estar 9 minutos en cancha, cuando tras insultar al árbitro central del encuentro, vio rápidamente la segunda cartulina amarilla. Tras aquel episodio, una ola de reacciones se desataron en Brasil, donde hasta el propio técnico Cuca, se encargó de criticar el actuar del chileno. Tras los acontecimientos y ser encarado por los hinchas este lunes, el ex futbolista del Hoffenheim conversó con Globo Esporte y se confesó.
La dura confesión de ‘Turboman’
“Esto nunca me ha pasado. Ni en Grêmio, en 2013. Ni en ningún otro equipo. Muy difícil de creer lo que pasó. Pero respeto a la multitud. La gente tiene que ser acusada. Así que después de que me cobraron, respondí. Estoy en mi derecho de contestar algunas cosas. Pero luego me sentí molesto. Porque, como te dije, esto nunca me ha pasado. Estoy en una mala etapa, pero por eso ya le he pedido disculpas a mis compañeros, a mi entrenador”, aseguró el delantero de La Roja.
Bajo la misma línea, añadió que “nunca tuve ese miedo. Siempre voy con un amigo al centro de entrenamiento porque me ayuda mucho. Entonces le dije que se fuera solo, porque tengo que afrontarlo. Si tengo que enfrentar a alguien, lo haré solo. Descubrimos que se iban a manifestar. Así que fui solo, me detuve, hablé un poco. Se manifestaron, yo acepté. Y, tranquilo… Yo nunca tuve miedo de que me pegaran”.
Finalmente, reveló que “después de la expulsión, caí en depresión. Sentí que no quería nada. No quería salir a la calle, no quería ir al supermercado. Incluso mis hijos vinieron el fin de semana. Nos alojamos aquí con mis amigos, sus hijos. Salimos aquí al patio de recreo y podría haberlo llevado al centro comercial. En cualquier lugar para que ellos disfruten. Pero no me apetecía, porque sabía que quizás el Atlético, el hincha, me miraría de otra manera”.